Existe una tendencia importante a dar por sentado que las ciudades son mejores espacios para el emprendimiento que otras opciones. Sin embargo, no se suele razonar de manera clara los motivos de esta afirmación. Nosotros nos hacemos en primer lugar esta pregunta ¿Son las ciudades el mejor lugar para emprender? E inmediatamente esta otra ¿Por qué?
Existe una tradición realmente importante, que podríamos fijar como período de inicio en la revolución industrial, en la que los espacios industriales más eficaces tienen que ver a su vez con la numeración de personas en el conjunto de actividades a su alrededor, lo que genera teóricamente una mayor fluidez de conocimiento, mercados más fuertes y redes de compradores y vendedores más amplias.
Realmente echando un vistazo a los grandes conglomerados urbanos del mundo, podríamos pensar que las grandes urbes no sólo son foco de actividad económica sino también para la innovación.
Si tomamos por ejemplo los datos de Tokio vemos cómo a finales de la pasada década la ciudad poseía el 27% de la población de Japón, pero, acumulaba el 32.3% del producto interior bruto y el 34.3% del número de patentes.
Realmente lo que el paso del tiempo nos muestra es que las poblaciones en las ciudades pueden ser relativamente persistentes pero sin embargo su influencia en el producto interior bruto del país y el número de patentes son menos estables.
En el caso de Estados Unidos, donde encontramos probablemente un buen número de ciudades entre las que más patentes realizan en el mundo anualmente, vemos que la relación entre patentes, población y PIB la población no tiene un efecto significativo realmente sobre las patentes, sin embargo, el producto interior bruto si pone más peso en la balanza generando un efecto positivo y significativo en el aumento del crecimiento de las patentes, esto lo que nos viene a demostrar es que efectivamente la actividad económica tiene una relación más directa con la innovación que exclusivamente la presencia de una población grande.
Lo cierto es que realmente se demuestra que la competencia entre las empresas viene impulsar la innovación. Si se da el proceso de urbanización y concentración de actividad económica en las ciudades la actividad innovadora también se derivara en dirección a las ciudades.
Esto aun siendo importante no es definitorio, ya que, la innovación no sucede de manera lineal, es decir, no tiene un grado de supervivencia y equivalencia constante con los otros dos elementos y en lapsos relativamente cortos una ciudad puede pasar de tener un impacto innovador muy importante a no tenerlo o tenerlo mucho menor.