Inversión en startups españolas alcanza niveles prepandemia: oportunidades y desafíos en 2025

Después de unos años raros, donde parecía que el ecosistema emprendedor se había quedado medio congelado, 2025 ha empezado con fuerza. Las startups españolas están levantando cabeza, y lo están haciendo a lo grande: la inversión ha subido un 35 % respecto al año anterior. Algo que no veíamos desde antes del coronavirus.

Pero este repunte no es casualidad. Hay movimiento real, y los datos lo confirman: el volumen medio por operación ronda ya los diez millones de euros y hay al menos siete startups que han cerrado rondas entre 100 y 400 millones. Sí, has leído bien. Esto no va solo de rondas semilla ni de pedir favores a familiares.

El capital riesgo ha vuelto a mirar a España con ganas. Y eso abre un montón de oportunidades, pero también plantea algunos retos que conviene tener en el radar si estás metido en el mundillo startup… o si te estás planteando entrar.

Por qué vuelve a entrar dinero en las startups españolas

Hay varias razones por las que los inversores están volviendo a confiar en el emprendimiento made in Spain. La más obvia: los sectores que están creciendo son los que ahora mismo lo están petando a nivel global. Hablamos de inteligencia artificial, biotech, salud digital o formación online. No solo porque son rentables, sino porque dan respuesta a problemas reales.

Además, el contexto ha mejorado. La famosa ley de startups, que llevaba años pidiéndose, ya está en marcha. Y aunque tiene luces y sombras, lo cierto es que ha empezado a simplificar trámites, mejorar incentivos fiscales y atraer talento que, hasta ahora, acababa en Berlín, Londres o Lisboa. Esto ayuda. Y mucho.

Y luego está el cambio de mentalidad. Cada vez hay más profesionales con experiencia que, tras pasar por grandes empresas, se lanzan a montar su propia startup. Gente con rodaje, con contactos y con la cabeza bien amueblada. El perfil medio del emprendedor español ya no es solo un chaval en un coworking con una idea loca. Eso también se nota en la confianza de los fondos.

Barcelona arrasa, pero el resto va por detrás

Aquí es donde está el matiz. Porque sí, España está creciendo en inversión, pero no lo está haciendo por igual. Barcelona ha vuelto a colocarse como la ciudad más potente a nivel startup, duplicando prácticamente a Madrid en atracción de capital. No es una competición, pero sí muestra una tendencia clara.

¿Y el resto del país? Bueno, aún le cuesta. Las startups fuera de estos grandes núcleos siguen teniendo más difícil levantar capital, acceder a talento o incluso conseguir visibilidad. Hay un desequilibrio evidente entre regiones, y eso puede lastrar el crecimiento a medio plazo si no se corrige.

Por otro lado, aunque las grandes rondas suenan fuerte y llenan titulares, muchas startups en fase inicial siguen sin poder arrancar por falta de financiación. Esto sigue siendo un cuello de botella. Y si no se cuida bien la base, el ecosistema se queda cojo.

Retos que no conviene perder de vista

Aunque la foto global sea buena, hay que tener los pies en el suelo. España ha recuperado niveles de inversión prepandemia, sí. Pero aún estamos lejos de otros países europeos si hablamos de exportaciones tecnológicas, por ejemplo. Entre 2014 y 2022, hemos pasado del 5,5 % al 8,5 %, pero Alemania, Francia o Países Bajos van muy por delante.

Además, muchas pymes —que al final forman el tejido productivo real— siguen en proceso de digitalización. Y si no aceleramos en esto, corremos el riesgo de que la transformación se quede solo en unos cuantos sectores o en ciudades muy concretas.

Por eso, si queremos que este impulso se mantenga y no sea solo un rebote postcrisis, hay que pensar más allá del corto plazo. Fomentar la colaboración público-privada, apostar por formación en competencias digitales desde ya, y abrir el foco para que más regiones puedan atraer talento e inversión.

Hay oportunidad, hay dinero y hay ganas. Pero también hay trabajo pendiente. La inversión en startups ha vuelto, sí, pero ahora toca hacer que se quede.

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