Ángel nos narra en primera persona, en un estupendo post, uno de los trances por los que pasa un emprendedor unipersonal si su negocio va bien: el momento en el que ya no puede hacerlo todo él mismo.
En primer lugar, analizada la situación, me encuentro con un problema de base, estructural, estratégico: he basado la empresa en la venta de un recurso escaso: yo. Y el problema ahora es cómo replicamos dicho recurso o aumentamos su disponibilidad.
¿Y entonces? Si no quiere convertirse en cuello de botella, debe asumir el crecimiento con los inconvenientes que genera: costes, infraestructuras, encontrar personas que funcionen, gestionar a dichas personas, pensar en una nueva forma societaria…
¿Alternativas? Pocas. Crecer es un mal necesario, una consecuencia de la buena marcha de los negocios. La alternativa es no crecer y, eventualmente, desaparecer. Así que me temo que no hay más remedio que afrontar esas dificultades para poder seguir asentando el negocio.