Tenemos muchas y muy diversas imágenes de los inventores. En ocasiones los asociamos con esos perfiles de científico chiflado pero inofensivo, en otras ocasiones podemos visualizarlos como genios incomprendidos o todo lo contrario, como genios que alcanzan el éxito… realmente hay de todo, y por supuesto, también hay quien murió de un modo u otro a manos de sus propios inventos. Esta es una lista de algunos de los inventores asesinados por sus propios inventos a lo largo de la historia.
En cualquier caso realmente estas son seis personas dispuestas a cambiar el mundo a través de sus inventos y que no encontraron desde luego el final que merecían.
Valerian Abakovsky
Buscaba revolucionar el concepto de uso de la red ferroviaria a través de esta combinación entre el tren y el avión. El resultado, durante el viaje inaugural, fue el descarrilamiento y la muerte no sólo del propio inventor sino también de un nutrido grupo de representantes del partido bolchevique muy interesados en este desarrollo que falleció con su inventor. Eso sí, sirvió como punto de partida para muchos intentos posteriores de incorporar diferentes modelos de propulsión a los trenes convencionales.
Lee también: Cinco películas de Hollywood para aprender de liderazgo
Marie Curie
Sus trabajos pioneros a finales del siglo XIX siguen siendo vigentes hoy en día en buena medida. Todos los estudios alrededor de la radioactividad (palabra acuñada por ella misma) la han llevado a ser la única persona que obtiene dos premios Nobel además de ser la primera mujer que obtenía uno absoluto. Falleció en 1934 afectada por la radiación con graves daños en su médula ósea, todo el empeño que dedicaba a la investigación no lo dedicaba al cuidado personal, siendo famosos sus descuidos como por ejemplo llevar tubos de ensayo de radio en los bolsillos.
Franz Reichert, el sastre volador
El sastre Franz Reichert mantuvo una larga disputa con la gravedad en la que ganó las primeras batallas utilizando maniquíes que lanzaba desde la ventana de su vivienda utilizando paracaídas caseros. Realizó un buen número de pruebas con resultados variables, pero, su verdadera meta era realizar un salto con humanos, mejor dicho, saltar él mismo. Obtuvo permiso de las autoridades para realizar un salto desde la torre Eiffel, las crónicas de la época recuerdan como amigos y asistentes en general le recomendaban volver a utilizar un maniquí y no realizar el salto, desoyó por supuesto las advertencias y se lanzó. El paracaídas casero ni siquiera llegó a abrirse y este precursor de los saltos en paracaídas falleció en el acto.
Thomas Andrews
Probablemente una buena parte de sus últimos pensamientos debió dirigirse a tratar de encontrar una explicación. Se trataba de la máquina más segura creada por el hombre para surcar los mares y él había sido el ingeniero naval encargado de supervisar la construcción y certificar que el Titanic era prácticamente insumergible. Las últimas referencias que se tienen de Andrew lo sitúan en la sala de fumadores de primera clase del barco 10 minutos antes de la fractura definitiva de la nave y su hundimiento bajo el mar.
Max Valier
El físico austriaco es uno de los fundadores de la Sociedad de Vuelos Espaciales Alemana que realizó grandes avances en la preparación de la exploración espacial en el siglo XX. A finales de la década de los años 20 se empleó a fondo para el desarrollo de coches cohete publicitarios para la compañía automovilística Opel. Causó gran éxito y revuelo hasta que en mayo de 1930 uno de los cohetes de prueba explotó causando su muerte.
William Bullock
Representaba el prototipo de inventor mecánico, concienzudo en el diseño de sus máquinas. Ya desde la primera máquina, utilizada para el corte de piedra, demostró que poseía unas dotes excepcionales para estos diseños. Posteriormente diseñó una prensa de algodón, un taladro de grano, un plantador de semillas e incluso un torno que se considera tremendamente ajustado para la época en la que se desarrolló.
Sin embargo, destacó por encima de todo por sus mejoras en la imprenta a través de la implementación de la alimentación sostenida por rollos de papel, eliminando la intervención manual y haciendo que las cargas resultaran mucho más eficaces para la industria editorial. En 1867 sufre un accidente al quedar su pierna atrapada y aplastada entre las correas y colegas de la impresora, a pesar de que no falleció en el acto la lesión derivó en gangrena que definitivamente acabó con su vida días más tarde.
También te puede interesar:
7 Aficiones que te harán más inteligente
10 Consejos para ser productivo al trabajar en casa