Ante una pregunta tan clara como la que formula el título de este post es muy probable que las dos respuestas inmediatas sea por un lado afirmar que de un mal jefe no se aprende nada, o que lo que se aprende es precisamente lo que no hay que hacer como jefe. Ambas respuestas son respetables y tienen su punto de verdad, sin embargo, también ambas pueden estar muy equivocadas. Veamos por qué.
Es cierto que participar en un ámbito empresarial en el que la figura del líder no actúa en general correctamente puede aportar enseñanzas valiosas en relación a como no se dirige una empresa o un equipo humano. hasta aquí todo correcto, sin embargo, tratar de identificar las cualidades negativas de ese mal líder y aplicar energía en asegurar no repetir dichas cualidades como motor de un posible éxito, puede ser un error de bulto.
¿Qué es un mal lider?
Seguramente a todos se nos ocurren al menos media docena de cuestiones por las que podemos definir a un mal líder. Sin embargo, dentro de estas razones habrá una parte objetiva, es decir, auténticos errores aplicados a la dirección de un proyecto empresarial, pero también, con mucha frecuencia, apreciaciones no tan objetivas cuando no directamente subjetivas que nacen de nuestra visión personal de las cosas.
Podemos definir a un mal líder por un mal modelo de gestión de los recursos humanos o un sistema de trabajo basado en la presión del mando, obviamente no es un buen modelo de liderazgo, sin embargo, no necesariamente el resultado final de la dirección de empresa bajo ese sistema depende exclusivamente de dicha característica. Esto es sólo un ejemplo, pero, nos tendría que hacer recapacitar en primer lugar, cuando deseamos establecer las lecciones aprendidas de un mal liderazgo, cuando hay realmente de negativo y cuarto de apreciación subjetiva por nuestra parte.
Comprueba cuando un jefe no es un líder en este post
Otorgar una importancia amplia a las posibles lecciones aprendidas de la mala experiencia con antiguos jefes, sobre todo en el caso de emprendedores que pasan a gestionar sus propios proyectos y a ocupar precisamente una posición de liderazgo, puede tener una repercusión a futuro mucho más notable e importante de lo que parece a primera vista.
Generalmente el primer impulso nos lleva por contraposición a ejercer un liderazgo diametralmente opuesto al que hemos entendido como negativo, pero, además, la necesidad de rubricar que estamos acertando y qué, efectivamente, poseemos la razón sobre el mal liderazgo anterior, ejerce una presión sobre los resultados inmediatos y la atención de alcanzar el éxito en ocasiones demasiado grande para ser motivada por este hecho.
Cómo podemos determinar las lecciones realmente útiles
Son bastantes los procesos de coaching que cada vez incorporan las experiencias laborales subordinados a otros líderes como referentes básicos en la formación de nuevos líderes empresariales. Si lo pensamos fríamente tiene un gran sentido, ya que las figuras de nuestros jefes anteriores han forjado probablemente un modelo de lo que sí y lo que no nos gusta; que necesariamente no tiene por qué ser lo que hay que desechar o lo que hay que aceptar.
Es recomendable, si podemos emprender un proceso de reflexión al respecto, hacernos una serie de preguntas relativas tanto a la figura de ese supuesto al jefe, como a nuestra relación con él y con el entorno laboral en el que hemos coincidido.
- Qué sensaciones me produjo desde el comienzo a nivel personal
- Cuales eran los mecanismos que desataban la aversión por mi parte (o las apreciaciones negativas)
- Cuánto había en mi percepción de choque con mis propios valores personales
Estas son sólo algunas cuestiones que debiéramos revisar, el conjunto de ellas nos pueden dar una respuesta bastante exacta de lo que se corresponde a una percepción real de un mal liderazgo ejercido en el ámbito del trabajo, y lo que se corresponde a una apreciación subjetiva en la que lo imperante es nuestra manera de entender las cosas confrontada con la de otro.
En resumen, efectivamente, las malas experiencias bajo un mal liderazgo pueden aportar buenas lecciones sobre todo en dirección a evitar aquellos comportamientos y actitudes (o simplemente estrategias) erróneos, pero, no debemos por sistema entender que una sensación de mal liderazgo acarrea una oposición frontal a todas las acciones, estrategias y comportamientos de aquel que hemos considerado un mal líder.