A simple vista puede parecer un fenómeno no excesivamente relevante que se inserta dentro de esa tasa de desempleo joven tan brutal que tiene nuestro país. Sin embargo la sobrecualificación está tomando mucha relevancia no sólo por lo que supone de afectación a las carreras profesionales de muchos jóvenes, sino también porque se está convirtiendo en el motor del emprendimiento para muchos otros que tratan de acceder al mercado laboral por sus propias iniciativas antes que insertarse en un mercado en el que se encuentra sobre cualificado para la gran mayoría de ofertas.
Y es que efectivamente existe mucho emprendedor joven que se lanza a la aventura de tratar de crear su propio proyecto empresarial empujado por un mercado laboral en el que su preparación y formación resulta muy superior a la media de ofertas de empleo que pueda recibir.
Errores del emprendedor antes de emprender
¿Qué es la sobrecualificación?
En resumen, y aunque parezca un contrasentido con el hecho confirmado de que a mayor nivel de formación mayor posibilidad de empleo, la sobrecualificación pasa por el rechazo a una candidatura de empleo al considerar el reclutador que el nivel de competencias y formación del candidato excede con mucho los requisitos del empleo.
La justificación básica de un rechazo por sobrecualificacion viene dada no tanto por el temor sobre las aptitudes del candidato sino sobre sus actitudes, entendiendo en este caso el reclutador que alguien con cualificación para puestos de mayor potencial puede desarrollar rápidamente una insatisfacción grande sobre sus condiciones de empleo, hecho este que puede repercutir en la productividad.
En el otro extremo, el del joven rechazado por sobrecualificación, lógicamente, se produce la reacción de impotencia al rechazo ante un empleo o labor para la cual se siente más que cualificado, generando además un peligroso modelo de relación con las solicitudes de empleo en la cual, no pocos jóvenes con altos niveles formativos, crean un curriculum paralelo, descargado de formación complementaria y competencias para determinadas ofertas de empleo.
Desafortunadamente no es el anterior un buen remedio para una enfermedad que ha venido para quedarse. Los procesos de captación de empleados pasan cada vez más (y más en los próximos años) con ajustar los perfiles de empleado a las demandas del puesto no solo desde la óptica de las aptitudes, como decíamos, si no de las actitudes, premiando aquellas opciones que garanticen en mayor medida una productividad estable en el tiempo a otras opciones, tal vez más brillantes pero irregulares o con altas posibilidades de serlo.
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